Es un error habitual pensar que un clorador salino no requiere de mantenimiento. Cuestiona siempre mensajes que te digan que una vez instalado el sistema te puedes olvidar de él. Los sistemas de cloración salina, aunque tengan sistema de autolimpiado los más modernos, requieren sus cuidados.

clorador salino

Es cierto, sin embargo, que es un modo más natural, saludable y tremendamente más económico a largo plazo que la química tradicional, lo cual lo hace especialmente indicado en piscinas grandes o de comunidades de vecinos donde el mantenimiento es un factor clave.

En qué consiste el mantenimiento del clorador salino

Una de las claves de la salud de tu piscina te la va a dar una medida clásica y conocida por todos: el nivel de pH. Pero no adelantemos acontecimientos. Veamos una lista de puntos a tener en cuenta para garantizar que este sistema nos da el resultado esperado.

Limpieza de la célula y los electrodos

Los sistemas más modernos cuentas con células cloradoras autolimpliables. Esto se consigue gracias a un simple inversor de polaridad que cada cierto tiempo se activa invirtiendo la electrólisis y haciendo que la suciedad se desprenda de modo natural.

Celula clorador salino

Esto es un gran avance que disminuye la necesidad de limpiar dicha célula, pero en las piscinas también hay cal y otro tipo de sedimentos que, a pesar de este mecanismo, quedan incrustados en la célula e impiden su correcto funcionamiento. Debes hacer revisiones periódicas para asegurar que la acumulación de estos elementos no afecta el buen funcionamiento del sistema.

Verificación de la cantidad de sal

La sal es, evidentemente, el elemento clave del sistema y el que, gracias al efecto de la electrólisis y la célula de producción, se convierte en un importante desinfectante. La cantidad de sal que debemos tener viene a ser de 4 gramos por litro de agua. Viene a representar una proporción hasta 9 veces por debajo de la del mar, pero suficiente para conseguir nuestro objetivo. Si contamos con un buen profesional de los multiservicios en nuestra comunidad, será uno de los primeros controles de pretemporada que realizará y a posteriori ejecutará periódicamente.

Calibrado de la sonda

Si dispones de un sistema de cloración salina avanzado, es probable que disponga de un regulador de pH. Dicho regulador funciona basándose en los datos que emite la sonda instalada en el sistema a tales efectos. Esta sonda requiere un calibrado que hay que revisar cada seis meses. Como has podido ver, insistimos mucho en el correcto equilibrio del pH. Es porque es el indicador primario en una piscina equipada con estos sistemas que debemos observar.

Fugas de agua o entradas de aire

Un asunto que por su definición ya puedes ver que es importante. Estamos ante una instalación que trabaja a diario, con agua y con niveles de presión razonables, electrónica y electricidad. Con elementos que provocan desgaste, como la cal, el agua misma, los reguladores de pH, etc. Debemos revisar periódicamente la instalación en busca de posibles fugas o entradas de aire que puedan quedar escondidas con el equipamiento en funcionamiento. Un buen profesional del mantenimiento de piscinas sabe dónde mirar y con qué regularidad para detectar estos problemas a tiempo y evitar que pasen a mayores.

Control de niveles

Por fin, dedicamos un apartado a los niveles de pH, y también de cloro, de dureza y de alcalinidad, porque son los indicadores de la salud del agua en la que nos bañaremos.

Normalmente debemos esperar niveles de pH de entre 7 y 7,4 y de cloro de entre 0,5 y 1 parte por millón. Los valores fuera de este rango requieren nuestra acción inmediata. Si tu piscina, por ejemplo, es de gresite y los niveles de pH se disparan, verás, entre otras cosas, cómo empiezan a desprenderse los preciados baldosines.

control del cloro

Si los niveles de cloro son elevados, pueden aparecer molestos picores en la piel. Los notarás primeramente en las zonas donde tengas algún rasguño o herida. Si el agua tiene una dureza excesiva, la alta presencia de cal hará que tengas que controlar más a menudo los electrodos.

La alcalinidad del agua, por otro lado, debe encontrarse entre unos valores de 125 y 150 ppm para que así podamos regular el pH. Cuando la alcalinidad sale de este rango, el control del pH se convierte en una tarea complicada.

Conclusión

Como has podido observar, la cloración salina, a pesar de ser uno de los mejores sistemas para disfrutar de una piscina limpia y saludable, requiere mantenimiento. Con todo, su coste es claramente inferior al de los sistemas tradicionales de agua dulce y cloro, y tiene el añadido de que si está en condiciones óptimas y con los indicadores en los niveles recomendados, es muchísimo menos agresiva con los bañistas y su piel.

En piscinas grandes, de zonas comunitarias o públicas, la un clorador salino proporciona una limpieza eficaz, sostenible económicamente y apta para todas las sensibilidades cutáneas, siempre y cuando no descuidemos su mantenimiento. ¿Te has decidido ya?